Como dijo el gran maestro Pau Donés, “depende”… ¿de qué depende?” Pues en este caso no del prisma con el que observemos la vida, si no de la plataforma en la cual alojamos, compartimos y descargamos toda nuestra información.

A estas alturas, todo el mundo que trabaja de forma digital o tiene algún mínimo contacto con internet conoce sistemas de almacenamiento en nube como Google Drive: un Cloud al que, como usuarios registrados, tenemos acceso a un alojamiento (limitado) de archivos en línea, los cuales podemos crear, editar e incluso compartir con terceros.

Este sistema, cómodo en su planteamiento plantea un problema mayúsculo: ¿es seguro alojar datos privados en este tipo de plataformas? Si tu información es muy delicada, la respuesta corta es no, aunque nos extenderemos en nuestra conclusión.

 

Redes centralizadas

Las aplicaciones en la nube pueden ser útiles si la información con la que contamos no tienen mucho peso, relevancia o en el caso de que queden descubiertos, no suponga una brecha para nuestra vida personal y laboral.

Pongamos un ejemplo reciente: el pasado 14 de diciembre de 2020 Google experimentó una caída a nivel mundial: no tardaron mucho en revertir la situación, aproximadamente 1 hora en solventar el fallo y paulatinamente a lo largo del día restablecieron con éxito todas sus aplicaciones.

Sin embargo, el caos generado en tan sólo unos minutos y el efecto dominó que generó en otras empresas satélites o compañías de las que su infraestructura dependía enteramente de este gigante, puso en jaque su prestigio, abriendo nuevamente el debate de albergar la mayor parte de servicios en una única nube centralizada.

 

Seguridad descentralizada

A diferencia de gigantes como Google, la tecnología Blockchain no necesita sobrevivir en una única sala de servidores ya que su mayor baza se sustenta en la descentralización de toda la información que alberga. Además, los archivos de los usuarios están encriptados y sólo ellos mismos tienen la llave para poder acceder y descifrar dicho material.

 

Para más inri, si tuviéramos un acceso a vista de pájaro de la red, observaríamos cómo los archivos están divididos en fragmentos y que los servidores en los cuales están albergados nunca cuentan con los archivos enteros. Metafóricamente, podríamos decir que es una gran red llena de puzles de los cuales, cada pieza se encuentra alojada y emborronada en un servidor diferente. Sería humanamente (y por ahora, cuánticamente también) imposible localizar, juntar y desencriptar todas las piezas para juntarlas en un mismo puzle, de ahí que su sistema sea uno de los más seguros de la actualidad.